lunes, 25 de junio de 2012

A cuatro manos... (ó seis, en realidad)



Nada fue premeditado, simplemente ocurrió como ocurren las cosas cotidianas, la mayoría de los invitados a la casaquinta de ese fin de semana habían decidido ir hasta el pueblo a comprar recuerdos y víveres, solo Cecilia, Mara y Claudio quisieron quedarse, a pesar de que el día no estaba soleado, disfrutando de la piscina. En definitiva al día siguiente debían volver a la ciudad y no iban a desaprovechar ni un minuto de ese paraíso.

Después de un largo rato de juegos y conversaciones en el agua, las chicas comenzaron a tener frío y terminaron dirigiéndose a la cocina para procurarse algo caliente y ropa seca. Cuando Claudio finalmente entró se encontró con que no estaban donde él creía y salió a buscarlas por la casa. Las encontró en su propio cuarto, conversando, Mara tendida en su cama y Cecilia a su lado, de rodillas, acariciando el vientre de su amiga, riendo por lo bajo y mirándolo con picardía. De pronto, tal vez impulsadas por la aparición de Claudio, comenzaron con caricias más osadas, buscándose las bocas en suaves y húmedos besos, sin dejar de mirarlo.

Todo se convertía en una fantasía sin igual, las dos mujeres entrando y haciéndolo entrar en un juego erótico que apenas se había atrevido a fantasear algunas veces sin poder expresarlo.

Durante largos momentos, cuerpo con cuerpo con cuerpo, piel con piel con piel, la ropa iba desapareciendo y los tres gozaban de besos, gemidos y suaves toqueteos.

Claudio creyó explotar cuando sintió que su deseo quedaba atrapado entre los labios de las dos mujeres, era la más sublime caricia que había recibido en su vida, las chicas se besaban y buscaban el placer del hombre. Mara le pidió que la penetrara, casi salvajemente entró en su cuerpo, mientras jugueteaba con la lengua en el clítoris de Cecilia y, juntos, lograban en primer orgasmo de las dos mujeres. Y ya no pudo contenerse, simplemente se abandonó en un clímax único dejando que todas las sensaciones contenidas se apoderaran de su cuerpo. Mientras ellas seguían con un sensual juego de caricias, dedos que desaparecían haciendo gritar de gozo a las dos, los orgasmos se sucedían y sentían que ya no podían ponerle freno a tanta pasión, agotadas y felices terminaron quedándose dormidas ante la vista de Claudio, ninguna de las dos había experimentado antes algo así, ni siquiera lo habían conversado, simplemente ocurrió, como ocurren las cosas cotidianas…

Relato escrito a cuatro manos por
La Novia
y
Maradentro
(o fueron seis, en realidad...)